Es un genio, de otra forma no se puede
explicar. Diverso, intenso, radical, diferente. La masa le adora y se muere por
ser comensal a su mesa.
Él, ataviado como un dios, mezcla, tamiza,
sofríe, confita, adereza, cuaja, emulsiona, gelatiniza, clarifica, aromatiza,
cuece, enriquece, fermenta, deshuesa, escalda, flambea, macera, pocha, sazona,
acaramela…y todo ello con la vista traspuesta en el infinito, tal que si estuviese
poseído de un espíritu superior que guía todos sus ademanes.
El delantal, sobre su cuerpo, es un
fragmento celestial. Cual rey David, domina cada movimiento de su cocina en su
milimétrica ejecución. Una docena de ascetas vestidos de blanco, se afanan en
los fogones para preparar un plato idéntico a un cuadro de Kandinsky: se mira y
casi no se toca.
En su laboratorio alquímico, el humo es
conocimiento.
Después de unas cuantas horas de extenuado
trabajo, sobre la mesa no quedan más que migajas indefinibles y una pequeña
mancha de vino tinto. La gula no tiene cabida en esta cita, se trata de una
experiencia de los sentidos. Recuerda que hicieron falta seis cocineros para
enhebrar los alimentos que componían tu lienzo.
Fuera hace frío. Las luces ya se apagaron.
Una ventolina se interna en el callejón. R., desliza movimientos autómatas
sobre el contenedor, tiene experiencia en eso de explorar dentro de las bolsas
negras. Envuelto en papel vegetal, descubre un saquito crujiente que llevarse a
la boca. El bocado le estalla en las papilas de la lengua y acto seguido avanza
una sensación de vacío sideral. R., no sabe que el saquito que acaba de
engullir es un algoritmo comestible.
Así que tendrá que seguir escarbando.
Descubriendo nuevos retos al otro lado de una bolsa de plástico. Mordiendo aire
frío mientras no cae otra loncha mejor. Que desastre de contenedor, que asco de
vida.
Mientras, en el otro extremo de la ciudad,
nuestro héroe es incapaz de conciliar el sueño. Cierra los ojos y una mancha de
aceite se desliza sobre una superficie blanca, caen ramitas de perejil, un ajo
finamente laminado…
Tío, que grande eres.
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