viernes, 22 de noviembre de 2013

Mar

Ojalá un mar como un océano en las tardes más aciagas.

El mar no engaña, no defrauda, no tiene cara oculta. Es capaz de devorar cualquier angustia; ninguna tristeza sobrevive a un buen oleaje.

Si requieres de sus servicios, tendrás que acercarte lo suficiente. Si deseas liberar peso del equipaje, también. Ninguna pena es suficiente liviana para él, todas terminan por sucumbir y caer al fondo.

Hace siempre lo que debe, toma cuanto a su alcance se dispone, trata las ofrendas a su antojo y termina por escupir aquello que no sirve a su naturaleza.

Sé de un hombre que se pasó hasta tres meses recorriendo de cabo a rabo la costa, en un desesperado intento por encontrar alivio y los restos de su primogénito. Tuvieron que decirle que parase la indagatoria, pues por muy grande que fuese su pasión, era evidente que quedaría la súplica sin atender.

Míralo de frente si lo miras. No tolera medianías. Carece de principio o final, todo es él. Por más que muchos juren y perjuren haber recorrido los siete y girado en todas las esquinas difíciles.

Le gusta danzar al dulce ritmo de la luna. Es sensible a los vientos enrabietados. Una vez alterado su estado natural, es capaz de lanzar a tierra zarpazos incontrolados que hacen que se derritan las piedras más milenarias.

Ama sin correspondencia. No hay quien tanto le quiera como para permanecer en él a todas horas. Ruge como una bestia a veces, y otras luce cándido y abatido, como azorado por antiguas culpas.

Si deseas liberarte de su influjo, tendrás que correr sin mirar atrás. De pequeño, en las noches de invierno más desapacibles, ovillado en el nido que era mi cama, le escuchaba aullar como un loco desamparado. Tiene paciencia y es memorioso. Jamás olvida una afrenta.

Instálalo en tu cabeza y ya no podrás más que navegar en un mar de dudas. Lo corroe todo, nada se le resiste.


Viste trajes plateados, esmeralda si la ocasión lo dispone. Su esencia es el azul, el horizonte su dirección favorita. Miles de canciones para honrarlo y otras tantas para olvidarlo.



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