miércoles, 13 de marzo de 2013



¿Quién eres tú, tan atento al reflejo emboscado en el espejo?

¿Éste o aquel?

A lo mejor eres un político cansado de sonreír y vestir a todas horas ese traje que te luce tan bien. Hastiado de vivir enganchado a la pirueta retórica...

A lo mejor uno de esos hombres que viajan de ciudad en ciudad cuatro días por semana y hablan con sus hijos de noche y por teléfono. Siempre extrañando la otra vida, la que no se puede pagar...

A lo mejor un payaso que hizo la maleta el domingo por la mañana y se fue de casa sin mucho alboroto, ni despedirse de nadie, pensando en regresar algún día pero sin mucha intención de hacerlo...

A lo mejor un loco. A lo mejor un enfermo. A lo mejor uno que solo duerme bien a solas y en camas de hotel...

El lavabo deja bien claro que ocupas un lugar para un rato: frascos de gel minúsculos, una pastilla de jabón del tamaño de un medicamento, envoltorios  de plástico, la papelera aun precintada...

Ha de ser una hora para olvidar en mitad de la madrugada. No podías dormir y en el cajón de la mesilla no encontraste más que una biblia. Piensas que abrir un libro al azar puede ser una forma que utiliza el destino para lanzar mensajes secretos. Pero el mensajero duerme esta vez plácidamente. En algún lugar, lejos.

Bebiste una botella de agua con gas.

Tomaste el mando de la tv y enseguida desechaste la opción, por absurda a esas horas. Teletienda. Tarot. Noticias.

Caminas descalzo por el cuarto.

Te pican los brazos y respondes con fruición.

Por fin descorres la cortina levemente, justo cuando estabas barruntando la opción de retomar la excursión en el espejo del baño.



Lluvia y viento barren la Avenida. Reparas en las ventanas del inmenso bloque amarillo de edificios. Todas apagadas menos una, donde el cambio en la intensidad del color y la luz delatan un televisor en marcha.

Algún otro que no puede dormir. Algún otro que se  vuelve loco por las noches.

Regresas a la cama, te derumbas sobre ella, te vas dejando ir mientras repasas cientos de asuntos a la vez. El cansancio te derrota y dejas que te arrastre sin oponer resistencia.

Pero escucha, aun no me has dicho quién eres tú, en esa luz, en ese día.

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