domingo, 6 de enero de 2013

Cabalgata



Arco iris de bombillas y lluvia de caramelos. Alineados y de la mano, una infinita hilera de niñ@s señaliza el camino a la comitiva, que por algo no se pierde. Allá al fondo, un monarca rubio, aca uno negro como el carbón, al frente preside el desfile un regio jerarca de melena blanca al viento del nordés que barre la avenida.

Los gritos no se congelan con el frío.

Al otro lado de la acera, en desventajosa orilla, detecto a G. Sostiene con hombro marchito una farola que trabaja a destajo contra la noche. Nuestra mujer nunca estuvo tan fuera de lugar. Viste gabardina descolorida y mirada extraviada, de ojos azules, como borrados. Los brazos desvencijados cuelgan hacia la acera, diría que cargase sobre la espalda el peso todo del mundo. Me temo que huele a alcohol.

Y en un traspiés, casi sin querer, le escucho el discurso:

- Ay, como me duelen las alas, que hasta las plumas me pesan...


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